Cuando empezamos nuestra aventura empresarial en Roales de Campos hace unos años decidimos embotellar los primeros vinos de Prieto Picudo en formato magnum.

No fue un capricho, tan solo una corazonada de que nuestros vinos se desarrollarían mejor en un vidrio con mayor volumen. El paso del tiempo lo ha demostrado. En el interior de la cueva, la Prieto Picudo evoluciona despacio, sin prisas, en busca de un camino de expresión adecuado.

¿Cuál es la expresión que buscamos? La delicadeza, la intimidad con la tierra desde que el viñedo hasta la cueva. La menor intervención humana posible y la comprensión de cada momento en el cultivo de la vid y en la elaboración de los vinos.

Creemos en la variedad, en la Prieto Picudo, como una uva que nos diferencia y aporta el valor del territorio donde hemos nacido. Si un día soñamos con tener nuestra propia marca de vinos ahora es una realidad.

Solo los años aportan el conocimiento adecuado para mejorar y entender hacia dónde queremos ir. Nuestro propósito o visión. La renovación de las ideas y la adaptación al mercado pero sin perder el origen, nuestros principios fundamentales.

LA MAGIA DE HACER VINOS

La vinificación en la cueva tiene un componente mágico, una parte de tradición y otra de innovación. Utilizamos materiales que nos recuerdan a lugar donde nacimos. Elaboramos la Prieto Picudo en depósitos de hormigón y posteriormente el vino decide su propia madurez en las barricas. Este año incorporamos una tinaja de barro y ya estamos pensando en nuevos modos de hacer lo que más nos gusta.

¿Por qué tener una bodega si puedes comprar los vinos en cualquier tienda? La respuesta es simple: por el arte, por la actitud creativa que las personas llevamos en nuestro interior. Elaborar vinos nos hace ser mejores.

Tenemos como base el pensamiento sostenible, el concepto de la continuidad y el respeto por el medioambiente. Nos gustaría ver de nuevo los campos que rodean a nuestro pueblo con viñedos como hace cincuenta años. Ese es nuestro próximo sueño.