Las bodegas Cueva, más de 500 años guardando vino.

Si algo nos distingue, si algo nos hace singulares por encima incluso del sabor de nuestros vinos, es el hecho de que estos se crean y guardan en el interior de una cueva.

Para ser exactos, bajo una pequeña colina artificial a la que desde hace tiempo se llamó “El Belote”. Un lugar único en toda Tierra de Campos y casi nos atreveríamos a decir que también único en toda Castilla y León, pero quizás sea ir muy lejos y tampoco queremos pecar de vanidad.

Bodegas Cueva que en Roales de Campos nos lleva a finales de la edad media, pero con un origen que en nuestro país viene de la época romana, donde la búsqueda de alternativas para mantener la comida durante más tiempo, dio lugar a la creación de “fresqueras” o “neveros”. Una fresquera es un pozo excavado en la tierra, de ciertas dimensiones y recubierto de piedra en el que, en invierno, se añade nieve para que pueda servir como refrigerador natural. Estas sencillas construcciones dieron pie a que familias construyeran sus despensas para la guarda de alimentos perecederos bajo tierra, donde la temperatura era estable casi durante todo el año y con ello, permitiera la conservación de alimentos durante más tiempo.

La ausencia de aditivos que ayudaran a la conservación del vino, utilizados actualmente en la industria vitivinícola, hacía que antiguamente el vino se estropease con rapidez, y la forma de alargar su vida, y poder controlar su fermentación, era precisamente creando y guardando los vinos en el interior de la tierra.

Y con ese origen, nacen las primeras bodegas cueva en Roales de Campos, con una fecha de creación cercana al siglo XV. Bodegas que ya a primeros del siglo XX eran una referencia innovadora para la época en la zona gracias a la capacidad trasgresora de nuestras generaciones anteriores, punto de partida de nuestro singular proyecto tras varios años de inactividad.

Desde entonces, hemos conectado con otras bodegas subterráneas bajo el Belote y actualmente nuestra bodega se reparte a través de los más de 240m2 de pasillos y galerías subterráneas donde creamos todas nuestras referencias, así como donde realizamos nuestro procesos de crianza en madera o en tinaja de barro a una temperatura controlada de entre 11 y 13 grados, tanto en verano como en invierno.

Uno de los elementos más característicos de nuestra bodega son las diferentes zarceras que se pueden ver en la superficie. Este elemento, creado a modo de chimenea permite una aireación constante en nuestras diferentes salas, resultando un elemento clave para la conservación de nuestros vinos. Y posible mente fuera el inicio de construcción de la cueva. 

Un lugar abierto a visitas en el que descubrir una forma diferente de hacer y entender el vino y para el que, os aconsejamos, traigáis chaqueta también en verano.

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