Somos fans de la uva Prieto Picudo. Es nuestra razón de existencia. Nuestro camino a seguir. La innovación, es decir la creación a partir de la tradición. El regreso a los orígenes, a cómo se hacían los vinos antes en el pueblo, en las cuevas bajo el Belote.
Desde que comenzamos el proyecto de nuestra bodega en Roales de Campos hemos tenido claro que la Prieto Picudo necesita tiempo y comprensión. Tiempo para entender una variedad robusta y que no le teme al paso del tiempo. Venimos de una zona donde los claretes predominaban. Los vinos con madreo. Una técnica ancestral que consistía en la incorporación de uvas a los depósitos en fermentación. De este modo se producía gas carbónico de modo endógeno. Los vinos eran frescos y vibrantes, con una punta de aguja que los hacía atractivos.
La elaboración de los tintos es un caso diferente. Como hemos dicho antes, el tiempo es un factor clave para el desarrollo de los vinos de Prieto Picudo. Debemos entender la variedad tal y como es. No somos Borgoña aunque nos gusta elaborar como ellos. Tenemos identidad propia, un camino a seguir. Nuestro reto fundamental: hallar la delicadeza de la uva y los vinos. La profundidad y el soporte de los años.
LAS CARACTERÍSTICAS DE LA PRIETO PICUDO
Los racimos son de tamaño pequeño (aunque esto ha variado en las nuevas plantaciones), cónicos y de alta compacidad. De ahí el nombre Prieto y Picudo. Las bayas son pequeñas, uniformes, con la epidermis negro-azulada y el hollejo fino. La pulpa es blanda y jugosa, no pigmentada. Es una variedad de baja fertilidad y producción, sensible a la insolación. Su adaptación es idónea en suelos frescos.
Los retos están en la viticultura y en cómo guiar las plantas para que se expresen en su plenitud. Los vinos tendrán su evolución. En nuestro caso, en Bodegas Belote a favor de la no intervención y la recuperación de la tradición. Es decir, tal y como se bebían los vinos antes en Roales de Campos.