Comenzamos la temporada de ferias y eventos, de viajes de un lado a otro. Nuestra maleta está llena de la tierra de la cueva, del sabor de los vinos de Prieto Picudo que elaboramos. Somos parte de la tradición y creemos firmemente en la innovación. Innovar significa crear a partir de algo, de un origen. Y tenemos mucho que contar.

Nuestro valor cultural parte del viñedo. La viticultura como el principio o la base de nuestros vinos. El arraigo por la Naturaleza, por lo que la tierra da. Somos parte de un territorio y nos sentimos identificados con el mismo. A veces, luchamos contracorriente. Luchamos contra la despoblación y el abandono de los pueblos. El envejecimiento de la población rural es una realidad. Creemos en el mantenimiento del patrimonio cultural y paisajístico. En el vino como hilo conductor que nos lleva y conduce a través de los ríos rojos de la memoria.

A partir del viñedo creamos nuestros vinos de Prieto Picudo. En calma, aprovechando los recursos de la zona, la máxima expresión de las bodegas identificadas como cuevas ancestrales. Recovecos bajo tierra, en la parte inferior del Belote, donde los vinos respiran en silencio y adoptan la forma de un manto bajo el suelo.

En ese ambiente nos sentimos seguros, confiamos en el buen hacer de la cueva como elemento conductor de los vinos. Apostamos por la no intervención en busca de la autenticidad y regresar al origen. Buscamos en las personas, nos planteamos la cuestión ¿qué vinos se bebían antes? Queremos recuperar la esencia, el alma dormida de los sentidos.

Hemos aprendido de nuestros padres y ellos a su vez de sus abuelos. El conocimiento ha pasado de mano en mano. Las noches en vela en la bodega y los recuerdos a flor de piel. Las historias del pueblo toman forma cuando se cuentan y repiten. De voz en voz, las palabras se convierten en la estructura que sostiene la cueva.

¿POR QUÉ CREEMOS EN LOS VINOS QUE ELABORAMOS?

La respuesta es sencilla. Sentimos pasión y un amor incondicional por la tradición. Imaginad una mañana de poda o un día de vendimia. Agotados de una jornada de trabajo llegamos a la cueva. Allí nos reunimos. Abrimos una botella de vino y compartimos el devenir del día.

Esta es nuestra historia, nuestro principio imborrable que se transmite a nuestros vinos. O por lo menos esa es nuestra intención. Buscamos identificarnos con la Prieto Picudo, ser una bodega de referencia. Aunque seamos pequeños. es decir, aunque nuestra producción sea limitada, creemos en el estilo personal de nuestras elaboraciones.

Dos vinos tintos, un vino rosado y en breve lanzaremos un vino blanco. Belote y Calandria son nuestras marcas. Lo que comenzó siendo una ilusión ahora es una realidad. Hemos iniciado nuestra aventura internacional. Sí, ¡ya exportamos! y hemos cruzado la frontera de nuestro pueblo. Llevamos el nombre de Roales de Campos más allá de los límites provinciales. Nuestro pueblo es una marca. Y estamos orgullosos de ello.

 

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